Alejandra Celedón, Directora del Diplomado en Diseño Avanzado de Fachadas de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, ha compartido sus reflexiones en torno a este elemento fundamental de la obra de arquitectura, y nos invita a entender la fachada desde su sección espesa, comprendiendo su naturaleza multi-escalar y multi-disciplinar. La académica nos presenta la fachada como una de las piezas más complejas del proyecto, que no sólo define al edificio en su apariencia y en su expresión arquitectónica, sino que además es clave en su funcionamiento:
"Una fachada prolonga, extiende y proyecta el interior de un edificio al exterior del espacio urbano, expresando y comunicando ideas".
Para Semper una fachada era una capa tan fina como un tejido. En ‘Los Cuatro Libros de la Arquitectura’ (1851) anuncia que el espesor mínimo de una fachada - pero cargado de significado - es lo que la distingue de un muro, con espesor y carga material. Para Semper, de los cuatro elementos de la Arquitectura; el corazón, el techo, los movimientos de tierra y la fachada (o tejido envolvente), este último era el más relevante. Construye entonces Semper la teoría de la ropa (theory of clothing o Bekleidungstheorie) que explica el origen de la arquitectura en el textil, en el tejido y el trenzado, asignándole a la fachada, mas allá de su función estructural, un rol predominantemente cultural y expresivo. La fachada, entonces, estaría embestida con significados estéticos, culturales y por ende políticos que permanecen hasta hoy donde la ropa no es sólo vista como metáfora para la estructura o resolución material de un edificio, sino como un marco teórico con el cual entender la arquitectura.
La etimología de la palabra ‘fachada’ proviene del Griego πρόσοψη (frontis, cara), del prefijo πρόσ, ‘hacia’: una preposición de dirección y proyección. Una fachada prolonga, extiende y proyecta el interior de un edificio al exterior del espacio urbano, expresando y comunicando ideas. En la escena arquitectónica actual donde se celebran ‘pieles’ (y la metáfora biológica de la epidermis), ‘pantallas’ (y la analogía tecnológica de proyección), y ‘envolventes’ (sugiriendo una envoltura de protección que se aleja de los planos cartesianos y se acerca a las formas ‘orgánicas’ del parametricismo) parece necesario revisar - como puso sobre la mesa Rem Koolhaas en su curatoría para la última Bienal de Venecia - la función y rol de la fachada en la arquitectura.
Sin pretender construir aquí sus funciones históricas, ni esclarecer completamente su futuro, sí el ánimo es por un lado declarar una crítica a aquellos proyectos que la entienden simplemente como una añadidura desconectada tanto del interior del edificio como del espacio urbano exterior, y por otro aclarar ciertos aspectos que pareciera necesario reconsiderar. En esta línea es que el uso de la palabra ‘fachada’ frente a las más atractiva ‘envolvente’ o ‘piel’ apunta precisamente a una reivindicación del sentido que Semper apuntó en la Opera de Dresden (1838-1841), o que Alberti buscó en el Palazzo Rucellai (1446-1451) y Santa Maria Novella (1456–1470) en Florencia, o Mies en su rascacielo de cristal para Friedrichstrasse en Berlín (1921).
Mas allá de un problema de composición de elementos, o de una programación de parámetros, la fachada demanda ser entendida como un problema integral, como una superficie entretejida por valores simbólicos y culturales, pero que hoy en día debe ser conceptualizada desde un nuevo espesor: en tanto límite la fachada se ve sometida aun engrosamiento tanto material como conceptual. Las demandas por sustentabilidad y eficiencia energética, a veces transformadas en retórica de pieles verdes, han sobrecargado el tejido de Semper con una repertorio de cuantificaciones posibles[1] de un borde que separa, aísla y permite la vida interior de un exterior muchas veces adverso. Capas de información distintas son requeridas por diversos especialistas presionando a esta superficie a salir de su existencia en dos dimensiones. Ahora entendida como un problema interdisciplinar la fachada deja su rol como mera elevación para transformarse en una cuestión de corte, perpendicular a su existencia y representación histórica. La fachada hoy exige diseño coordinado, tanto a nivel de las disciplinas (entre arquitectos, ingenieros, instaladores, diseñadores y fabricantes) como de sus escalas (desde el detalle al prototipo, desde el módulo a la fachada, desde el edificio a la ciudad).
Una de las piezas técnicamente mas complejas en la actualidad ha derivado en la aparición de oficinas y consultorías dedicadas exclusivamente a su detallamiento. Ejemplo paradigmático es la oficina Front Inc que ha ‘diseñado’ (del Italiano disegno, dibujo) fachadas de la historia reciente como el Walker Art Center en Minneapolis de Herzog & De Meuron (2005), el LVMH Paradise Building en Osaka de Kengo Kuma (2004), y una serie de proyectos de OMA, como el Seatlle Public Library (2005), la tienda de Prada en Beverly Hills (2004), o el ya canónico CCTV en Beijing (2008). Como Front Inc este campo de especialización se propaga en diversos puntos del globo, demandando que dichos profesionales desarrollen un entendimiento holístico de la fachada con respecto a los edificios y entornos a los cuáles éstas se deben. El camino opuesto es que fachadas autónomas, experimentales y espectaculares, sigan proliferando en el paisaje de nuestras ciudades.
Medio de transición entre interior y exterior, perteneciente al edificio y al espacio urbano, las fachadas son una de las piezas más complejas, técnicamente difíciles, y multidisciplinares de un edificio. Una fachada define no sólo un edificio en su apariencia y su expresión arquitectónica, sino también es clave en su funcionamiento. Desempeñan un papel central teniendo que cumplir una serie de exigencias relacionadas con una amplia gama de escalas y disciplinas desde la ingeniería técnica, al diseño y la arquitectura. En tanto superficies, no sólo la multidisiciplinareidad define hoy a la fachada, sino también un aproximación multiescalar que avanza desde el entendimiento de su detalle material y técnico (a veces diseñados en mock-up escala 1:1), hasta la repetición y adaptabilidad de un módulo prototípico, hasta la conformación de fachadas, su posición dentro del edificio completo y de la de éste último en la ciudad.
Aspectos que la fachada invita a considerar en su sentido amplio son: desde la restauración de fachadas patrimoniales y hasta el no menos simple ‘retrofitting’ de edificios existentes, la consideración de lo que se ha llamado ‘weathering’ o el envejecimiento diseñado de una fachada que se adapta según las estaciones, los efectos de radiación y sombra de una fachada sobre el espacio público, hasta sus funciones ideológicas y políticas. El mismo elemento - una superficie - debe responder a requerimientos técnicos precisos como el confort térmico, visual y acústico de un interior, pero por otro lado tiene la responsabilidad y potencial de redibujar las posibilidades de relación del ámbito privado con el ámbito público influyendo en asuntos de la polis. Elemento crítico en la relación interior-exterior, la superficie o sistema de cerramiento de un edificio tiene el potencial de re-dibujar los limites de propiedad de una ciudad, pensando nuevas maneras de comunicación y regulación con el medio. Una fachada enmarca nuestra mirada hacia el espacio exterior y viceversa.
Esa línea con espesor - al cual este texto alude - invita a entender la fachada desde su sección espesa, al modo que Borromini concibió la fachada cóncava-convexa de San Carlo alle Quattro Fontane en Roma (1638-1641 y 1646) y Joseph Paxton entendió el corte de la fachada del Cristal Palace en Londres (1851): el rechazo de Semper a entender de forma separada la estructura del ornamento.
*Alejandra Celedón es arquitecta de la Universidad de Chile, Magíster en Estudios de Arquitectura Avanzada por The Bartlett School of Architecture, UCL y Doctora por la Architectural Association School of Architecture con la tesis ‘Rhetorics of the Plan’ (2014), becada por el gobierno chileno. Ha sido profesor visitante en la Universidad de Costa Rica (2014), y parte del Centro de Estudios de la CCA en Montreal (Beca conjunta de Investigación de archivo CCA AA 2011). Directora de Postgrado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, actualmente enseña también en la Universidad de Chile. Directora del Diplomado en Diseño Avanzado de Fachadas que impartirá la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián desde Abril de 2015. El programa, coordinado por Cristóbal Noguera, será vespertino y será dictado por destacados académicos y profesionales, como Pedro Alonso, Sabbagh Arquitectos, Javier del Río, Jorge Christie y Nicolás Stutzin.
[1]Mediciones de transmitancia térmica, confort lumínico, comportamientos pasivos y activos (aire-calor-radiación-luz), regulaciones en la captación y disipación de energía ambiental, entre otros.